sábado, 3 de agosto de 2013

Compañeras de viejas batallas

Existe en el sur de Chile una verde isla salpicada de iglesias de madera que sirven como faro a los navegantes insulares, verdes bosques de Nothofagus y palafitos con casas de colores donde los seres mitológicos creadores del universo y de la vida están presentes día  a día  en el quehacer cotidiano de las gentes que allí viven.

Además de la pesca y el marisqueo en sus costas, la gente también se ocupa en el cultivo de papas y en la crianza de animales, las ovejas juegan un papel muy importante en la economía isleña, de su lana se obtiene (entre otras cosas)  tres prendas características de la región: el gorro chilote, la chompa de lana y las calcetas chilotas, las benditas calcetas chilotas de lana cruda... Tengo unas que han estado de cumpleaños hace poco, ya tienen 7 años y están casi intactas, salvo por un par de agujeros que, como las arrugas de los humanos, delatan su edad...agujeros hermosos, que he tenido que remendar con mucha paciencia.

Aún recuerdo las manos venosas, trabajadoras y diestras de la mujer chilota que hilaron el vellón, tiñeron la lana con plantas silvestres y después la tejieron, convirtiéndola en esta útil prenda invernal.

Hace unos días me encontraba en una tienda de artículos outdoor buscando unas buenas calcetas para el Elbrus y comencé a leer las especificaciones técnicas de varios modelos que por allí estaban expuestos. Y me vino a la mente aquel par de calcetas de lana cruda chilota que tejió doña Violeta.

Cuando esta lana se moja , nunca pierde el poder calórico, sigue calentita, es increíble como abrigan los pies un par de medias de este tipo. Cuando vuelva a Chiloé me traeré varios pares más. Por ahora, las he vuelto a remendar y se vienen conmigo al Elbrus!





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