jueves, 3 de julio de 2014

Travesía a Jostedalsbreen, Breve relato de la primera expedicion chilena Parte 1...

Salí desde Tenerife hacia la hermosa ciudad de Barcelona donde tuve una breve escala, desde allí a Oslo, desde donde tome un último avión hacia Molde, una pequeña ciudad universitaria a orillas del Romdalsfjorden donde me esperaba mi amigo Puertomontino Marcelo Barra, ex Director pero aún miembro del Cuerpo de Socorro Andino ( Chile) y avecindado actualmente en la isla de Averøy  hacia donde  nos dirigimos inmediatamente, apenas llegado allí nos pusimos a repartir en nuestras mochilas el material y las provisiones necesarias para el viaje al día siguiente.( Obviamente he descargado las fregonas que llevaba a pedido de Marcelo jejejeje)



Debido al  calentamiento global general en el planeta los glaciares de Noruega así como otros tantos glaciares en el mundo se han ido retirando cada vez más rápido de las zonas bajas, además como consecuencia directa de ello, cada vez las nevadas son más pobres en invierno, así es como nos hemos encontrado con que la aproximación en la zona de Stryn que pensábamos hacer  tirando de trineos con todo el equipo era imposible, por esta razón hemos tenido que cargar en las  mochilas todo lo necesario y además añadir a este enorme peso los esquíes y botas, mas cuerda, crampones , piolets, y un innumerable etc., etc., etc.a tal punto de tener que cargar con alrededor de 21 kg. cada uno.




Partimos muy temprano desde Averøy, cruzando valles y fiordos (para lo cual tuvimos que tomar algunos transbordadores) y un sin fin de túneles, los noruegos tienen muchos.

Después de unas 5 horas de viaje llegamos al fin a Stryn (imagínense yo con el viaje del día anterior y habiendo dormido poco , estaba muerto) allí en Oppstryn  nos esperaba un amigo de Marcelo, "Rune el Vikingo", enorme personaje corpulento y con la pinta de un vikingo legítimo, quien amablemente guardó nuestro automóvil y nos transportó junto con la pesada carga en una furgoneta hasta la entrada del valle de Erdalen, aquí comenzamos la caminata por un valle glaciar que cada vez se volvía más estrecho, todo verde, todo lleno de flores, y las montañas a nuestros costados que cada vez se hacían más altas.

A mitad del valle encontramos alrededor de 13 hermosas y pequeñas casitas con el característico color burdeo de las casas del campo noruego, todas de madera y piedra, los techos cubiertos de pasto  que le sirven de aislante durante los duros inviernos en donde  soportan temperaturas de hasta  - 40º, yo estaba encantado con el paisaje tan parecido al sur de Chile, campos verdes, praderas con animales, flores, ríos y montañas con nieve, este lugar se llama storesætra.



En la cabecera superior del glaciar donde todo lo verde da paso a las grises rocas encontramos un pequeño y acogedor refugio de montaña abierto gratuitamente para quien lo necesite y con todas las comodidades posibles, una cocina, camas, comida enlatada  y las ultimas personas que veríamos hasta salir del hielo, conversamos,(mas bien Marcelo conversó, ya que el domina el noruego a la perfección) y nos despedimos para tomar rumbo hacia el glaciar , a nuestros costados en las montañas ya veíamos como algunas cornisas de hielo se precipitaban hacia el valle con estruendoso sonido, dando lugar a unas avalanchas gigantes, que tal como hacen desde hace milenios, al caer van desgastando la hermosa roca desnuda de gneis, dejándola totalmente pulida.

Finalmente ese día y después de caminar alrededor de 10 horas por un sendero que poco a poco se convertiría en una pesadilla por lo mal señalizado, lo resbaloso de las rocas pulidas por el glaciar ( en una pasada muy expuesta nos vimos la cara con el peligro, pero logramos sortearla con bastante dificultad)  y por la carga que llevábamos logramos llegar a un pequeño refugio hidrológico , que afortunadamente estaba vacío, no tuvimos que armar la carpa y lo ocupamos , era pequeñito de tres por dos metros pero súper confortable, con dos camas, una cocina, platos y tazas, una mesa , un antiguo reloj de cuerda y mapas pegados en las paredes… no podía estar mejor bautizado, INFIMUS, allí pasamos la noche , en total si sumamos las horas del viaje ese día fue de 15 a 16 horas en total antes de ir a descansar.






El segundo día fue muy duro; durísimo, ya que tuvimos que remontar el primer glaciar que existe para llegar a la meseta de Jostedalsbreen, una zona de hielo, que nos llevo a un portezuelo ( glaciar de Erdalsbreen), en esta zona escuchábamos y veíamos caer avalanchas a cada rato con un estruendo increíble, toda esta parte la hicimos encordados... después de haber caminado otras 10 horas estábamos rendidos, así que acampamos sobre los seracs que dominan el portezuelo que se encuentra sobre el valle de Lodalsbreen hacia el otro lado.

Toda la noche ( si se puede llamar noche, ya que nunca oscurecía.. el sol bajaba y terminaba poniéndose rojo en el atardecer para nuevamente y casi al instante comenzar a amanecer sin pasar por la oscuridad total) se podía escuchar el hielo moviéndose bajo nosotros, como si el glaciar estuviera vivo, yo sentía que era como un gran monstruo congelado que comenzaba a despertar  bajo nuestra diminuta carpa, fantásticamente podía imaginar los dioses y demonios de la mitología nórdica que iban adquiriendo vida desde el abismo azul del fondo de las grietas...





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